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miércoles, 16 de junio de 2010

Bonita canción

Si fuera más guapa y un poco más lista,
si fuera especial, si fuera de revista,
tendría el valor de cruzar el vagón
y preguntarte quién eres.

Te sientas enfrente y ni te imaginas
que llevo por ti mi falda mas bonita,
y al verte lanzar un bostezo al cristal
se inundan mis pupilas.

De pronto me miras, te miro y suspiras,
yo cierro los ojos tu apartas la vista,
apenas respiero me hago pequeñita
y me pongo a temblar.

Y asi pasan los dias de lunes a viernes,
como las golondrinas del poema de Bequer,
de estaciona estacion,
de frente tu y yo va y viene el silencio.

De pronto me miras, te miro y suspiras,
yo cierro los ojos tu apartas la vista,
apenas respiero me hago pequeñita
y me pongo a temblar.

Y entonces ocurre, despiertan mis labios,
pronuncian tu nombre tartamudeando,
supongo que piensas que chica mas tonta,
y me quiero morir.

Pero el tiempo se para,
te acercas diciendo,
yo aun no te conozco y ya te echaba de menos,
cada mañana rechazo el directo y elijo este tren.

Y ya estamos llegando, mi vida ha cambiado,
un dia especial este 11 de marzo,
me tomas la mano, llegamos a un tunel
que apaga la luz.

Te encuentro la cara gracias a mis manos, me vuelvo valiente y te beso en los labios, dices que me quieres y yo te regalo el ultimo soplo de mi corazón.


Carmen la Cigarrera


La fábrica de Tabacos de Sevilla es un edificio inmenso. Desde la calle de San Fernando se escucha el incesante murmullo de más de seis mil mujeres que trabajan en su interior. Están repartidas en galerías, "cuadras" las llaman. Se dividen en pequeños grupos alrededor de unas mesas de trabajo redondas. Sentadas realizan las labores de tabaco. Carmen García Felipe es cigarrera y, desde hace poco más de un mes, la han escogido como jefa de su mesa de trabajo. Supervisa la labor de sus compañeras, además de realizar la suya. Es mediodía y en Sevilla el sol calienta más de lo deseable, el bochorno de este día primaveral del mes de abril me ha hecho sudar. Hemos concertado una cita y la espero en el patio principal.

La veo acercarse diligente por el pasillo. Su vestido de percal floreado rematado por dos volantes se agita cuando camina. Trae los hombros cubiertos con un mantón amarillo. Da la impresión de ser el mismo con el que posó para el cuadro de Gonzalo Bilbao. Cuando estrecha mi mano noto que está nerviosa, sonríe y apenas levanta la vista del suelo."No estoy acostumbrada a que me hagan preguntas personas que no conozco, pero el señor me ha pedido por favor que le atienda y no me he podido negar. No sé que puede tener de interés mi vida para nadie. Soy una cigarrera como las demás, como todas las que trabajamos aquí".

La retahíla la deja casi sin respiración. Se ajusta el mantón, cruza los brazos sobre el pecho, levanta la cabeza y, por primera vez, nuestras miradas se encuentran. Tiene los ojos de un verde azulado muy brillante, son profundos, muy profundos. Pero tristes. Creo que el brillo se debe a las lágrimas que parece que van a brotar de un momento a otro. Le pregunto si va a llorar. Carmen sonríe y me explica: "No se sorprenda señor, mis ojos se resienten del polvo que suelta el tabaco. Todas tenemos los ojos brillantes siempre". Sin embargo, la tristeza en su rostro no creo que tenga nada que ver con el polvillo de los cigarros. Su comportamiento ha logrado conmoverme. Desde luego no es el tipo de mujer que describe Merimée en su obra.

"No señor, no somos como esa Carmen del Merimée, somos mujeres trabajadoras que buscan un sueldo para mantener a su familia. Aquí hemos oído hablar de la que ha liado ese hombre. En mal momento pisó ese señor Sevilla. Vienen muchos esperando encontrar a esa mujer. No son pocos los quebraderos de cabeza que nos está dando el de la pluma.... ahora hay quien piensa que pasamos el día cantando, o incluso buscando a los hombres". Se ha erigido en portavoz de sus compañeras. La sola mención del nombre del escritor francés la ha sublevado. "Sí, somos alegres, nos gusta cantar y nos reímos contando historias pero no somos unas libertinas. Nuestro trabajo es pesado, son muchas horas, por eso lo llevamos con guasa y no buscamos nada más que desahogarnos para olvidar los problemas. El frío del invierno resulta muy duro para todas, también para nuestros hijos. Y durante el verano tenemos casi que desnudarnos porque el calor nos mata... No sé, señor Claretie, no imagino de dónde habrá sacado Merimée a esa Carmen. Le puedo asegurar que yo no conozco a ninguna así".

Está nerviosa. Mira a los lados, se retoca el peinado una y otra vez, tiene las mejillas arreboladas.Marca distancias con esa historia que ha debido escuchar en los corrillos de la ciudad. Parece que con sus palabras quiere salvaguardar la fama de todas sus compañeras y advertirme, por si acaso. Cuando recupera la calma me invita a entrar en el recinto de la fábrica: "le enseñaré dónde trabajamos, no se sorprenda si le gastan bromas. Algunas tienen mucha chispa, pero sólo son unas lenguaraces estando en grupo, a solas son muy recatadas. Ya le digo, ni parecido con el libro del francés". A medida que nos adentramos en el edificio me va dando algunos detalles de su vida: "Mi padre murió en la guerra de Cuba y mi madre se quedó sola con cuatro hijos. Ha luchado mucho, se ha pasado la vida sirviendo. Ahora está muy enferma, no puede trabajar y la atiende mi hermana. Yo le echo una mano cuando puedo. Uno de mis hermanos es encargado de un cortijo en la Sierra Norte. Y mi otro hermano, que escribía, se fue de casa antes de la muerte de mi padre, por diferencias con él.... y hace más de seis años que no tenemos noticias suyas. ¿Dónde ha visto usted que los hombres escriban poemas en vez de hacer cosas útiles?".

En ese momento llegamos a una de las salas. Me sentí sobrecogido. Más de mil mujeres sentadas en el enorme recinto abovedado dirigen hacia mí sus miradas. Ahora soy yo quien se ruboriza. Me acerco un poco más a Carmen buscando protección. Ojos brillantes, como ya me había explicado mi cigarrera, y risueños. Se dan codazos las unas a las otras y hacen comentarios jocosos sobre mi indumentaria. En su mayoría son jóvenes, de pelo negro y recogido en un moño. También hay mujeres mayores, alguna embarazada y otras que amamantan a sus retoños. Es un cuadro impresionante. El lienzo de mi amigo había sabido captar el ambiente que allí se respira. Puedo percibir la alegría, el compañerismo y la camaradería que reina entre estas mujeres que pasan la mayor parte del día juntas.

Las preguntas que llevaba meses preparando para este momento no consiguen darme confianza. Carmen me está ganando el pulso, lleva las riendas del encuentro: se va por las ramas cuando algo no le interesa, y divaga hasta hacer comprensible lo más absurdo. Cuando quiero darme cuenta está hablando de nuevo: "Somos más de seis mil mujeres, aquí sólo hay mujeres, y nuestro sueldo es de dos pesetas al día. Cobramos aunque estemos enfermas y tenemos un médico que nos atiende. Podemos traer a nuestros hijos porque los cuidan, si son muy pequeños se quedan con nosotras mientras trabajamos. Así es más fácil darles de mamar. Antes eran los hombres los que trabajaban el tabaco pero hubo quejas sobre la calidad de las labores sevillanas y ahora solo se admiten mujeres. Y ya no hay quejas, señor. Nuestras manos son más delicadas, quizás es que estamos acostumbradas a acariciar a los nenes, no lo sé. Pero nuestros cigarrillos son de mejor calidad."

Me doy cuenta de que intenta evitar mis preguntas, habla y habla pero apenas me deja alguna reflexión. Parece que se ha aprendido una lección que recita. Creo que no quiere hablar más de su vida, pero ¡es su vida la que me interesa! Intento que lo comprenda, le explico que quiero escribir una historia, pero una historia real sobre una cigarrera sevillana, sobre una mujer trabajadora. Me mira sorprendida y comenta: "¿Una historia sobre mí?, perdone, pero creo que se confunde, mi vida no es nada interesante. No creo que dé para escribir un libro. Ustedes, los escritores, tienen mucha imaginación pero mi historia es la misma que la de la mayoría de las que trabajamos aquí". Guarda silencio y se queda pensativa. Duda, tal vez como si no supiera continuar. De pronto, me coge del brazo y murmura: "Salgamos de la sala y volvamos al patio". Sorprendido la sigo por los pasillos. Decidida, Carmen abandona el recinto y se para en un lateral del patio en el que nos dimos cita. "Está bien, le voy a contar una historia, mi historia, pero tengo que advertirle que mis compañeras no la conocen. El señor Gonzalo sí, él me ayudó en su momento. Por eso, por lo agradecida que le estoy, y porque es usted su amigo, se la contaré. No sé si me explicaré bien, si no entiende algo me pregunta. ¿Usted quería preguntar, no? Pues ahora podrá hacerlo, señor Claretie"

"Ya sabe mi nombre, sabe que tengo dos hijos y una madre enferma. También le he hablado de mis hermanos. Pero no le dicho nada de mi marido, de Juan Rodríguez Medrano, maestro albañil y el padre de mis hijos. Un buen hombre que trabajaba en las obras que el señor arquitecto Don Aníbal González dirige aquí, cerca de la fábrica". De nuevo el silencio. Sus ojos brillan y no es por el polvo del tabaco. Las lágrimas se deslizan mansamente por sus mejillas. Se las seca con el mantón y suspira muy hondo.


POSITIVA!!!

Buenos días.

Ayer estaba un poco "tontona" entre lo de la espera de la llamada (que no llega)ayer también era el aniversario de la muerte de mi madre,así que aunque la recuerdo a cada momento,pues ayer era un día clave.

Pero hoy es MIERCOLES y creo que tengo que ser positiva y empezar a tomarme estas cosas con mas tranquilidad porque si no me acabaré volviendo "MAJARA" así que ( UP ).


Sabéis que es MIERCOLES,y que eso quiere decir que el "SAN VIERNES" está a la vuelta de la esquina?( lo siento Luis)si pudiera parar el tiempo pa ti,lo haría que lo sepas,muakkk.

Bueno pues ya hemos confirmado la asistencia en casa de mi suegra en "LAS TRES PIEDRAS" Chipiona(Cadíz)así que el Sábado por la mañana tempranito tiramos pá ya, ya que el Viernes vamos a la obra de teatro de " CARMEN" (claro es que no he podido conseguir la entrada para Manuel Carrasco) que si no.....jajaja y mira que sigo insistiendo con el teléfono pero no me lo cogennnn, grrrrrrrr.


Bueno pos na, una noche de cultura que también está muy bien y tengo ganas de verlo.

QUIERO QUE NADIE SE QUEDE SIN UNA SONRISA HOY,VALE?.

MUAKKKKKKKKKKKKKKKKKKKKKKK